domingo, 8 de marzo de 2009

Si Dios fuese mujer.


Si Dios fuese mujer seguiría habiendo curas, como no, pero con más paridad. Los hombres seguirían siendo hombres, faltaría más, aunque con menos fibra estriada, algo más de sustancia gris y la misma cantidad de billetes en la cartera, con lo que se acabaría la violencia de género. Si Dios fuese mujer, su casa sería menos sobria y las ventanas estarían abiertas de par en par para que entrase la luz desde primeras horas de la mañana. Los ángeles con seguridad seguirían siendo asexuados pero no tendrían alas y andarían dándose trastazos en vanos intentos de vuelo. Las oraciones, por supuesto, serían alegres. Y también las plegarias. Las bienaventuranzas se referirían a otra cosa, seguro, más arriesgado, menos solemne; sonarían más a aventuranzas que contar al día siguiente. Probablemente no habría guerras y de ganarlas, las ganaría el más humano. El presupuesto del ministerio de Igualdad se dedicaría a la conservación del museo del machismo y las feministas serían un grupo de música de moda con piercings en los labios. Tal vez Dios hubiese sido mujer si desde los inicios de la humanidad se hubiera permitido el sufragio universal.
Lo que está claro es que si Dios fuese mujer, las Naciones Unidas no conmemorarían el día del hombre, porque nos habría permitido participar plenamente en la sociedad y desarrollarnos íntegros como persona.
Pero la realidad es otra y, con vergüenza, no me queda otra que decir: ¡Feliz día de la mujer!

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