domingo, 16 de noviembre de 2008

“Y te cuento”, sus orígenes.


Ese día anocheció antes de tiempo. De modo que me ví atrapado en una red de calles iguales dispuestas en cuadrículas, en un polígono industrial a las afueras de mi ciudad al que había ido buscando unas cajas de cartón. Caminaba buscando una salida y me topé con una visión que me estremeció. La experiencia demuestra que uno no siempre está preparado para lo inesperado. Sabía que los humanos somos capaces de todo, pero no de tanto, sinceramente. La imagen me sorprendió, no lo voy a negar; era la primera vez que mis ojos veían algo semejante. Miré a mi alrededor por si alguien vigilaba escondido, por si en última instancia fuera una broma de mal gusto y punto. Me acerqué más; parece que las distancias cortas dan más verosimilitud a la realidad. Efectivamente; era lo que pensaba. Tenía ante mis ojos lo que hubiera preferido no haber visto nunca: un blog abandonado.
De esto hace unos 3 meses. Ya me he hecho cargo de él. No sin esfuerzo, claro. Hay que prestarle atenciones y dedicarle un poco de tiempo. Y aunque no es lo que busco, me lo agradece. Y eso me hace sentir bien.
No te vayas muy lejos, tú que lees; sí, sí, tú. A ti también te necesita.
Ven a verlo de vez en cuando. Te lo agradecerá. Te hará sentir bien.
Ah! Y gracias por haber venido hoy.

Hasta mañana.

Foto simulada, tomada en circuito cerrado. No intente hacer lo mismo. Ponga esta imagen fuera del alcance de los niños.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Libro recomendado del mes.

Sin palabras.

2004


2008
. . . . . !!!!!!









2004: Foto tomada en un periódico gratuito de Sevilla, hace cuatro años. 2008: Foto tomada desde la pantalla del ordenador.

... eres lindo.

José tiene una sonrisa muy sincera. Y una mirada pícara, dispuesta a las distancias cortas. Ambas se ayudan de un buen manejo de los silencios, dosificados con inteligencia. Es elegante en su manera de vivir; también en sus formas y en su vestimenta. Es un contador de historias; ocho décadas las alimentan. A poco que mires el brillo de sus ojos, sostengas la mirada y hagas un arqueo rápido de tus cejas, la luz ilumina su rostro y te habla con sencillez de sus viajes, con nostalgia de su amigo Fernando Quiñones, con orgullo de sus baños oceánicos en invierno… y cuando la alegría de los recuerdos le invade, se gira, mira a su amor y coge su mano entre las suyas. Con un orgullo saca una foto antigua en blanco y negro de su amor. Se acerca un poco más a mí, mantiene el suspense con uno de sus silencios, me sonríe y me revela que se van a Paris. Los dos sonríen cómplices. Tiene que enseñarle la Torre Eiffel, los bulevares, los puentes del Sena, Notre Dame,… Antes de irse me regala su sombrero. Se despide con un ya te contaremos.
Os espero.